Cierra la venta, no el debate.
La gente no compra cuando se siente cuestionada.
Compra cuando se siente escuchada.
Compra cuando no le discutes cada coma.
Compra cuando nota que estás ahí para ayudar, no para competir.
💡 Escucha más. Discute menos.
No estás en un ring. Estás en una mesa de negociación.
Y ganar no es vencer al otro. Es que ambos salgan ganando.
La próxima vez que tengas razón, guárdala en el bolsillo.
Y saca a pasear la empatía, que esa sí factura.
Porque en este juego, el cliente no necesita un abogado defensor. Necesita un cómplice.
Uno que no le suelte el típico sermón de cuñado con frases como:
«Ya te lo dije yo…”
«Eso es de cajón…”
«Si me hubieras hecho caso…”
No vendas desde el ego.
Vende desde la conexión.
Y deja que el cuñado dé sus lecciones… en Navidad.