Lo primero que quiero dejar claro es esto: si alguien te está ofreciendo un servicio con un descuento irrisorio, lo más probable es que NO ENTIENDA ni el valor de su tiempo ni lo que está vendiendo. Y, si no lo entiende, ¿cómo va a defender tus intereses?
Lo mismo pasa si quien te contrata no valora tu experiencia, tu dedicación y el resultado de tu trabajo.
Cuando decides no salir de tu casa por menos de un 5% más IGIC, NO LO HACES POR AVARICIA.
Lo haces porque SABES LO QUE OFRECES y lo que implica: un nivel de atención, una capacidad para negociar y resolver problemas que otros simplemente no tienen.
Por experiencia te digo, si alguien busca un “precio de amigo” o un “descuento especial”, mejor que contrate a su primo O SU CUÑADO, porque contigo no va a encontrar eso.
Ese 5% no es solo una cifra, es la representación de UN COMPROMISO. Es entender que cada detalle cuenta, que tus conocimientos y habilidades no son negociables.
Al final, cuando un cliente ve el precio antes que el valor, lo que busca no es calidad; BUSCA ALGO BARATO. Pero tú no vendes barato. Tú vendes tranquilidad, resultados y, sobre todo, una experiencia en la que ellos no tienen que preocuparse de nada más que de recoger las llaves o el cheque.
Ah, y si alguien te dice: “Pero fulanito me lo hace por menos”, simplemente responde:
“Perfecto, ve con él. Si al final no estás contento, aquí estaré, pero entonces hablaremos de un 7%.”
Porque, ¿sabes qué? El trabajo bien hecho siempre tiene UN PRECIO JUSTO. Y el tuyo no es negociable.
Y ahora te pregunto:
¿Qué opinas tú sobre esto?
¿Has tenido clientes que buscan “barato” y luego vuelven porque se dan cuenta de que lo barato sale caro?
¿Cómo manejas esas situaciones?
Déjalo en los comentarios, que aquí aprendemos todos. 😉
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