No se trata de lo que das, sino de cómo lo presentas y qué tan relevante es para quien lo recibe. Porque al final, no es solo dar, es dar algo que no se puedan resistir a aprovechar.
No se trata de dar por dar, de soltar lo primero que se te ocurra y esperar que el otro se deshaga en agradecimientos. Eso ya no funciona, nunca ha funcionado bien y ahora menos que nunca. El valor de lo que entregas no está solo en el objeto, la idea o la propuesta. Está en CÓMO LA ENVUELVES, en qué tan irresistible la haces, en CÓMO CONECTAS con la necesidad, el deseo o el problema que tiene la otra persona.
Vamos a dejar algo claro desde el principio: si lo que ofreces no resuena, no importa cuán bueno sea, será ignorado. Y no te engañes pensando que “si la gente supiera lo increíble que es, lo comprarían de inmediato”. Esa es la mentira más antigua del MARKETING.
La realidad es que la gente no quiere cosas increíbles. Quiere SOLUCIONES que entiendan, que sientan y que casi puedan saborear antes de dar el paso de aceptar lo que ofreces. Y aquí es donde entra el arte de la presentación.
Imagina que tienes la mejor idea del mundo, una solución que puede cambiar vidas. Ahora imagina que la presentas como un libro con tapas marrones y una tipografía aburrida, con un título que no despierta ni la más mínima curiosidad. ¿Qué crees que va a pasar? Correcto. Nada.
En cambio, si tomas esa misma idea y la envuelves en una historia que toca las emociones, que conecta con el miedo o la ambición de quien la escucha, que ofrece un vislumbre de un futuro mejor que es casi tangible… la cosa cambia, y mucho.
NO ES DAR POR DAR. Es dar de manera que la otra persona no pueda evitar sentir que lo necesita, que lo desea, que sería una locura dejar pasar esa oportunidad.
Así que la próxima vez que tengas algo valioso en tus manos, no te limites a soltarlo y esperar lo mejor. Dedica el tiempo necesario a pensar en CÓMO LO PRESENTAS. Piensa en las palabras, en el tono, en el contexto. Haz que esa persona sienta que lo que ofreces es la llave a lo que siempre ha estado buscando, incluso si nunca lo había expresado en voz alta.
Recuerda esto: el valor real no está en lo que das, sino en CÓMO HACES SENTIR A LA OTRA PERSONA CON LO QUE LE DAS. Esa es la diferencia entre un regalo que se olvida y una oferta que no pueden resistir.
Así que, ¿qué estás dando hoy y cómo lo estás presentando? ¿Es algo que haría que tú mismo saltaras a la oportunidad de tomarlo? Si no es así, vuelve al tablero de dibujo. Porque la diferencia entre éxito y fracaso está en ESOS DETALLES que a veces, por apresuramiento, dejamos pasar.