El otro día me pasó algo curioso.
Entré a casa de una mujer que no estaba segura de querer vender.
“Solo quiero saber cuánto podría valer, por si acaso…”, me dijo.
Mientras hablábamos en el salón, su mirada no se detenía en mí.
Se perdía en la foto de su hijo pequeño en la estantería
En el marco del espejo antiguo de su abuela.
En las baldosas del pasillo, esas que siempre quiso cambiar pero nunca lo hizo.
No hablaba de precio.
Hablaba de tiempo.
De momentos que ya no volverán.
De lo difícil que es soltar incluso cuando sabes que ha llegado el momento.
Y entonces entendí que no venía a vender su casa.
Venía a comprobar si alguien la escuchaba sin presionarla.
Si podía CONFIAR.
No le ofrecí una valoración de mercado.
Le ofrecí una conversación.
Porque vender una casa no es solo cerrar una operación.
ES ACOMPAÑAR UNA DECISIÓN DE VIDA.
🔑 Así es como trabajo.
Y por eso, a veces, no vendo.
Pero cuando lo hago, sé que es el momento perfecto.
Porque no hay «momento adecuado» para vender…
Solo hay uno: cuando tú estés listo.
✅ ¿Estás en ese “por si acaso”?
Escríbeme, sin compromiso.
A veces solo necesitas hablar con alguien que entienda lo que hay detrás de las paredes.
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