El que consigue que me atreva a salir en cámara sin quedarme como un ciervo frente a los faros.
(Eso también se entrena… o se agradece).
El viernes por la mañana teníamos una propiedad que fotografiar.
Y allí estaba Fabio, mi compañero.
El que se encarga del vídeo, las fotos, y de ponerle ritmo a todo lo que puede parecer rutinario.
Mientras él ajustaba el objetivo, yo visualizaba lo que aún no se ve:
Una casa llena de vida, luces de Navidad encendidas, y ese personaje universal que siempre aparece… el cuñado.
Sí, ese que opina sobre el sofá mientras se atraganta con un polvorón.
Esto no va solo de vender casas.
Va de ayudar a otros a visualizar su próxima etapa.
De capturar lo que una vivienda puede llegar a ser antes de que lo sea.
Y para eso, contar con un buen equipo lo cambia todo.
Gracias, Fabio, por otra jornada donde la cámara no solo captó espacios, sino posibilidades.
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