Dicen que la mayoría escucha.
Pero ESCUCHAR DE VERDAD… eso ya es otra historia.
Lo normal es que te miren con cara de atención…
Mientras su cabeza ya está escribiendo la respuesta desde la palabra dos.
Porque lo que hacen en realidad no es escuchar,
es esperar su turno para soltar su rollo.
Escuchar para entender, y no para responder,
es más raro que un camarero con cambio de 50 euros.
Yo esto lo uso a diario.
Para elegir con quién trabajo, con quién me tomo una caña (o un vino, según el día), y a quién le dejo entrar en mi vida… (o le cierro la puerta con doble vuelta y pestillo, como al comercial pesado que viene sin cita).
¿El resultado?
✅ Relaciones más sanas
✅ Decisiones más limpias
✅ Y menos ruido mental
Que ya bastante tenemos con las noticias, los haters y los gurús de turno.
Epicteto lo dejó claro hace siglos, sin necesidad de reels ni frases motivacionales en stories:
“Tenemos dos orejas y una sola boca, justamente para escuchar más y hablar menos.”
Y sin másteres en “escucha activa”, ni postureo.
Solo sentido común y ganas de estar.
Pero bueno, tú sigue interrumpiendo…
Que seguro que tu opinión salva al mundo. Como la del cuñado.
Yo no.
YO ESCUCHO.
Y luego, si merece la pena, hablo.
O no. Que eso también es una opción.
Escuchar de verdad es un superpoder.
No mola siempre. No es cómodo.
Pero te pone 10 pasos por delante del que solo quiere tener razón.
Y justo mientras pensaba en esto, me pillaron haciendo un corazón con las manos. Sí, ya sé, parece una cursilada… Hasta que entiendes que escuchar es un acto de amor. De los buenos. De los que escasean.
¿Y tú?
¿Escuchas para entender… o solo estás esperando tu momento para soltar tu rollo? Te leo en comentarios.
#TeAsesoroMejorQueTuCuñado

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